porque aún tu recuerdo
redondea mi alma, y la patea
al desierto del olvido.
Al desierto helado y oscuro,
con el furor de tu mirada
que me consume y me pasma.
Me conviertes en nada
en el universo de lo existente.
Siendo nada es imposible
acercarme a ti.
En la vida y en la muerte,
que hacen el amor frente
a mis ojos, que de pronto
se revelan en lujuria perniciosa.
Tu siempre estás a su lado,
fornicando sin mirar,
pecando sin culpa ni penitencia.
Entonces me lanzas en un sube
y baja desenfrenado,
que no deja de moverse,
que me marea
y me destruye.
Haciendo que mi corazón
se acelere, que se convierta
en fantasma con la luz.
Estallando mis entrañas
y sangrando aire...
Es cuando me sueltas
y vomito angustia y miedo.
Todo comienza de nuevo.
Con el corazón del cielo
iluminandolo todo,
respiro mi propio ser
convertido en aire,
y me quema el fuego extinto.
Veo ausencias maravillosas
transformadas en realidad.
Me abrazan los colores del vicio,
me envuelve la zorra de la locura,
retomo mi camino que se expande
en el horizonte y lo llena todo.