Una lágrima
sofocando
un suspiro.
El único sonido
durante
la noche
eran los sollozos.
La única textura
era de una
boca humedecida.
Y tú, tan
ausente,
vestida de dura lejanía.
Estabas más
allá
de lo que
alumbra la luna.
Más allá
del agua y del aceite;
y en el
aire se respiraban cenizas…
Volar al
pasado
donde el
aroma era de flores.
Y el calor
de noches como ésta
avivaba la
humedad del cielo.
Que dulce
sería
regresar a
los prados de amapola.
El ángel de
esta suerte
se partió desde
mi corazón,
que con el
tiempo va iluminando poco.