sábado, 5 de febrero de 2011

Yo te pido

Ardo de deseos

por encontrarte,

por estrecharte

entre mis brazos,

de apretarte

fuerte a mi cuerpo,

sentir tu calor,

sentir las olas

que se alzan en tus venas.


Hacerte mía con un suspiro,

con un ligero

roce de tu mano,

con una mirada.


Mis labios te desean

con ganas insaciables,

piden tu piel

como su mapa

para perderse

y descubrirte;

mis manos piden

tu cuerpo para andar:

para caminar sin cansancio

sobre el universo.


Yo te pido,

en esta tarde, en que

el viento azota

sin tregua mi cuerpo.


Pido tus caricias

en mi cabello,

exijo que tus besos

resbalen como

agua en mi boca.


Los minutos son traicioneros:

avanzan a prisa cuando

estoy contigo,

y descanzan largamente

cuando te espero.


Los kilómetros se extienden

y, me hacen saber que estas lejos.


Pero no eres inalcanzable,

mi corazón me dice

que no eres inalcanzable

y, que serán el tiempo

que te acerque,

y el espacio que sobre,

cuando pueda rendirme

a tus palabras,

a tu aire,

a tu calor tierno y sofocante.


Te amo,

lo dicen mis palabras

y lo dice el palpitar de mi pecho:

cuando el corazón

late con fuerza pensando en ti;

y lo dicen:

mi piel erizada

y mis manos temblorosas.


Eres el pilar

de mis pensamientos,

amada mujer,

eres el deseo

que recorre mi cuerpo.


Tus ojos han de ser

la envidia de las águilas,

y tus manos,

más suaves que la seda

y el terciopelo.


Eres el paisaje

que nunca se olvida,

la estrella que nunca descansa,

el rocío que refresca mis mañanas.

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