y ese dolor sube a la garganta
y no hay alivio,
no hay paz
y las lágrimas fluyen sin querer.
Tu eras el color de las hojas:
eras como una hoja
recién nacida en primavera.
No se ahora.
Y eras para mi como arena tierna
y lavada del río,
casi blanca,
y creo que en tu recuerdo
puedo dibujar fantasmas,
creo que puedo posar mi mano
y dejarla grabada
hasta que llegue
la siguiente lluvia que me borrará.
Mi historia contigo
esta escrita en el aire,
viajando por todo el mundo,
subiendo y bajando,
con prisa,
a veces solo yendo lentamente.
Transcurrimos de la mano
y en silencio, los días y las noches,
rondando a la luz sin acercarnos,
viviendo sin vivir,
sin poder morir
y ahora también sin poder soñar,
sin conseguir una razón para hacerlo.
Me sobras y te abrazo para no dejarte ir,
pero abrazo mi propio cuerpo,
y entonces te busco:
cuando te encuentro entonces te necesito.
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