Tantas
veces me he quedado sin decir nada, porque todo lo que quisiera decir es tanto,
que no me cabe en un preciso momento.
Tú piensas
que yo me voy y regreso, que ando como las olas del mar: que se acercan mucho y
lo mismo se alejan, dejando solo la tierna espuma que termina haciéndose nada,
pero más que el vaivén y la espuma, soy como el agua que dentro de sí, lleva
conchas y no hay nada que las retenga, y se va de nuevo con ellas.
No puede
arrastrar las mismas conchas y más conchas todas las veces que llega a los pies
de alguien, las orillas del mar serian calcáreas más que salinas, el fondo
carecería de consistencia y estaría vacio.
A veces, por
las tardes me tiro en la azotea y alzo mi brazo intentando tocar el azul del
cielo, pero termino perdiéndome en el azul intenso, más intenso cada segundo, más
profundo, mas real, incluso si quisiera imaginarlo es tan vasto y tan grande, y
no me alcanza el tiempo. Seguro que tú has sentido lo que es vivir sin tiempo.
Y es sin tiempo en donde voy navegando más
allá de lo que veo, sintiendo el viento y cortando las nubes.
Yo solo
espero y espero, mi corazón palpita y se desangra y se hace una costra de tiempo que se
desgarra dolorosamente para sangrar de nuevo.
Espero el
momento para dejar por fin que fluya todo eso, que es líquido, que ha estado
guardado tanto tiempo, fluyendo dentro de sí mismo para seguir esperando y que
ha ido perdiendo claridad cada día y cada noche.
Me gusta
sentir el aire caliente que llena todo, ese viento que es tan pegajoso, que se
mete por cada poro y puedes sentirlo, incluso tocarlo, como si acariciara tus
dedos…
Tú mejor
que nadie sabes que desde arriba se puede ver todo, y ese todo que está tan
lejano deja una densa melancolía. Como queriendo llegar sin poder irse,
dejándolo todo para regresar al mismo lugar.
A veces lo
que no puedo decir me ancla demasiado a la tierra, se hace pesado el viaje, y
el fuego que debería llenar de calor, se vuelve como un bosque que se vuelve
infierno, haciéndolo todo a cenizas que
nunca tendrán consuelo.
Hay veces
en que quisiera decirte que me consumiría con el solo roce con tu piel, y que
podría sumergirme en tus ojos, como si fueran gotas llenas de lluvia, infinitas
y excelsas.
Cada vez
que te he dicho que te amo, todas y cada una de las veces en que he suspirado
diciéndolo, es algo que viene desde muy profundo, desde el fondo de lo que incluso está encadenado. Y a veces
quisiera deshacer mis cadenas y dejarte todo, hasta la última exhalación para
que seas tú quien lo aprisione… pero no puedo, como no puedo escapar de mis
sueños, decirlo sería pretender mas, querer mas, esperar más, y me has dicho ya
muchas veces que no puedo esperar, ni querer más de lo que hay ahora.
Ahora solo
me conformo con ver lo que es y distinguirlo de lo que no será, y acoplarme a
eso, tirando desde la borda lo que solo se quedaría flotando para dejarlo
después, esperando nunca encontrarlo.
A veces
quisiera encontrarte aquí o arriba; aquí para caminar contigo y sentir el calor
de tu cuerpo rodearte, o imaginar que lo siento como a ese viento, para que
entre por mi piel y se interne hasta mis huesos, para olerlo a cada paso y que
también se haga mío, o arriba para acostarme a tu lado, mirándote y sentir que
todo de ti me absorbe y sentirme destilada en tu aliento.
Pero cuando
no te encuentro, erro y se queman mis pies buscando un alivio, no hay árboles,
no hay nubes, no hay sombras que puedan controlar el desierto; cuando no te
encuentro navego entre navajas que se clavan en mi piel y que me inyectan el
veneno que se acumula como gas que me persigue, y todo eso que debería ver
desde arriba con agradable detenimiento se vuelve obscuro.
Sigues
siendo tan inalcanzable como la primera vez que te conocí, según tu luz, estás
demasiado lejos de donde estoy, y aunque te persigo, no puedo alcanzarte aún.
Mis noches
lunadas se hacen densas y todo recupera su rostro a como es, cuando siento que
estoy más cerca, que quizás algún día pueda encontrarte.
Casi todas
las noches, mirando las estrellas, tengo ganas de abrazarte, tan fuerte… y
acariciarte lentamente, para que no se me escape nada de ti, morir sin morir y
vivir en la simple caricia… dejar en mis manos la vehemencia de las palabras
que se escapan… sentirte tan sublime y tan fuerte en ti misma, descubriéndote
en cada milímetro de ti, sin saber nada realmente…
Todo podría
bajar y subir y volver a bajar, y armarme para la guerra con un beso tuyo, todo
lo que el mundo es, lo que debería saber, incluso lo que no conozco… todas esas
marcas, respirar, vivir… deseo que todo termine en tu boca, por un besos tuyo, por
besar tus labios el mundo podría comenzar de nuevo, por acariciar tus labios
haría que el mundo entero se arrodillara ante ti… siento que toda mi vida
depende de ti y de un beso tuyo.
Tú me
despiertas ese fuego que me hace necesitarte, la ansiedad de tu ausencia me
amarga, me hunde; cuando llegas siento ese torrencial placer de adrenalina y calma
al mismo tiempo… cuando te vas me deprimo demasiado pensando que estas tan
lejos, cuando sucede la ocasión de mirarnos me excita la emoción de asfixia y
mi sangre sube pesadamente a mi cabeza, y cuando solo te miro, así sin más nada
que decir mi corazón se llena de ternura y quisiera acariciar tus mejillas y
soltarme a llorar como nunca he llorado antes… de ese llanto agridulce que
termine acariciando tu regazo para sentir después quizás que me redimes… a
veces quisiera sentir que eres tu quien me perdonara de todo lo malo, y
terminara curando lo que sigue clavándose en mis manos… quisiera sentir que
todo terminara en ti, para empezar de nuevo una nueva vida.
Creo en ti,
en que eres grande y estas mas allá que cualquiera, me siento segura a tu lado
cuando no estoy ausente, y quisiera amarte toda la vida si es posible, vivir
contigo en un espacio y un tiempo apartados a este, donde el tiempo de cuente
en años y no en minutos para estar contigo una eternidad.
Dices que
ya tienes lo que quieres de mi, pero eso que tienes no está completo, y cuanto
quisiera completarlo contigo ahí, darte mas y que me dejes acariciar tu alma
como deseo hacerlo, como me gustaría peinarla y adornarla de colores floridos,
de aromas tropicales, besarla en la profundidad del bosque mientras solo se
escucha el rocío alrededor y nada mas…
Aun hay
mucho que quisiera darte, porque para acelerar mi bote, lo suficiente siempre
se acaba, y yo no quiero que se termine.
Que daría
por escribir por lo menos una página, ver que tu escribes junto a mi letra y
guardármela en el corazón para invitarte a bailar después, en un salón de
medias luces, con cortinas blancas apenas visibles, con un piano en el centro
que toque alguna melodía, tu conmigo, en pasos lentos, dejándome acariciar tu mirada…
deseando culminar ese fervor dulcemente en tus labios, sujetándote para seguir
bailando y detenerme por fin para abrazarte: respirando a las estrellas que te
adornan…
Tú eres mi
bella y dulce y tierna dama, pero también quiero que seas mi amada, la reina de
mis pasiones, en quien pueda confiar para volar a mis sueños, y construir
nuevos sueños contigo.
Me has
dicho ya que no es posible para ti construir nada a esta hora, que la altura te
marea y prefieres estar en la tierra… pero si al menos puedes construir un algo
que nunca pasara, me darías la oportunidad de seguir navegando en dirección a
ti.
Aún si no
me la dieras, me aferraría a ti como un moribundo que se aferra a la vida,
aunque esta termine y no haya nada detrás… aunque nunca me dejes alcanzarte y
eso que no te permites dar, no me lo dieras nunca, estaré esperando, estaré
intentando, y mi corazón y mi sangre y mis músculos seguirán palpitando por ti,
porque eres su único motivo para desenfrenarse… aún si el ansiado beso no
llegara nunca, y si no puedo volver a navegar, te seguiré esperando.
Seguiré
guardando todo eso que no necesitas ya, y todo esto que me gustaría que
supieras, porque quizás, en una balsa a mitad de la noche, guiada por el viento
y acariciando las nubes, con un alegre viento de verano amenizando el fondo,
podrías estar tu conmigo mirando la luna, incluso si es imposible, lo seguiré
esperando.