Cuando me
siento de veras sola, es cuando más te extraño; tus palabras llenaban el vacio
profundo que anidaba en mi pecho.
A mi noche
la cubre el silencio: prefiero callar a gritar mi desesperación en forma de
lamento.
Te he visto
tantas veces alejarte, revuelta entre tus pasos, que imaginar que te vas de
nuevo se vuelve cansado.
Recordar y
dormirme con tu imagen abrazada a mi cuerpo, se ha vuelto aburrido.
Por eso,
incluso mis lágrimas se cubren del frío manto del silencio: en algún rincón de
mi alma he de ahogarte para siempre.
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