I.- Concepción del tiempo en Kant
1.- El tiempo como forma de la intuición pura
Cuando Kant nos dice que el
tiempo, junto con el espacio, son intuiciones puras y por tanto las formas de la sensibilidad, quiere decir de manera
muy concreta, que no hay nada que se nos presente o que nos afecte que no pase en el tiempo y en el espacio[1].
La sensibilidad es la facultad
por medio de la cual recibimos representaciones de los objetos, no en cuanto
son objetos en sí, sino en cuanto se nos dan como fenómenos. La sensibilidad
posee dos intuiciones a priori, es
decir, dos intuiciones que son las condiciones de posibilidad de los fenómenos,
y como condiciones, hacen posible que se nos den todos los fenómenos con la
finalidad de un conocimiento de ellos en general[2];
también, estas intuiciones son puras pues al ser sólo forma de los fenómenos
carecen de contenido, esto es, están vacías de toda experiencia.
El espacio intuye todas las cosas exteriores de
nosotros. El tiempo nos intuye a nosotros mismos, es decir, intuye nuestro
estado interno. Al ser nosotros objetos de nuestra intuición, es el mismo
tiempo que nos intuye la base de todas nuestras intuiciones y además, es
necesario que sea así para que exista un orden, es decir, es necesario que el
tiempo sea la base de todas nuestras intuiciones para que exista una
coexistencia y una sucesión de todas nuestras percepciones: una unidad.
Una característica más del tiempo
como intuición, es que no podemos eliminarlo, y solo a través del mismo es que
todos los fenómenos que se nos pudieran dar tienen realidad empírica, es decir:
validez objetiva en cuanto el tiempo es referido a todos los objetos que puedan
presentársenos, pero al ser este tiempo una condición subjetiva, no objetiva[3],
no puede tener realidad absoluta.
Además de lo anterior, Kant nos
dice que el tiempo posee solamente una dimensión, es único y nunca cambia. El
cambio del que se puede hablar, es de un algo contenido en el tiempo, y como se
dijo antes, todo lo que puede dársenos en la intuición, está contenido en el
tiempo.
Ese algo, cualquier cosa, que
esté contenida en el tiempo y que sea susceptible de medirse, es una limitación
del mismo que hace posible pensarlo como infinito o ilimitado y por tanto como
una intuición inmediata[4].
Dicho todo lo anterior, el tiempo
como forma pura de la intuición, nos dice que aún no es posible hablar de
experiencia en cuanto tal, sino que es el primer paso, absolutamente necesario,
para su elaboración como conocimiento[5].
2.- El tiempo como apercepción
¿Cómo es que podemos, como
sujetos empíricos, tener consciencia de
nosotros mismos? o mejor aún ¿cómo sabemos que nuestro pensamiento es nuestro?
Apercepción es el Yo, y éste Yo
es la representación inmediata de mi consciencia[6].
Para poder intuirme debo poseer
la capacidad de aprehender lo que hay en mi psiquismo, ésta misma capacidad de
aprehender lo que hay en mi psiquismo afecta a la intuición. Esta forma de la
intuición establece en el tiempo el modo en que está reunido lo diverso en el
psiquismo[7].
Eso diverso son las
representaciones que me ofrece la intuición y que están contenidas en mi
consciencia, pero lo anterior solo
quiere decirme que el Yo pienso debe acompañar a todas mis representaciones[8].
O sea, todas mis representaciones deben pertenecer a una autoconsciencia.
Sin embargo, para que puedan
unificarse en una autoconsciencia, esas representaciones deben sintetizarse
(combinarse con conceptos), no solo para que puedan referirse a objetos, sino
también para que haya una identidad de apercepción de esa misma diversidad.
En el sujeto empírico, la
consciencia es dispersa, es decir, mis representaciones unidas a una
consciencia no me garantizan la unidad, sino que debo unir esas
representaciones: sintetizarlas y ser consciente de esa síntesis. Para que suceda el proceso anterior, se debe
suponer una unidad sintética de apercepción. Sólo con esa unidad, que es
también el fundamento de la identidad de la apercepción, es que puedo unificar
lo diverso de mis representaciones en una autoconsciencia.
Lo sucesivo o simultaneo de las
representaciones en ésta consciencia, depende de las circunstancias externas,
es decir, de condiciones empíricas. Aquí, la unidad de apercepción solo tiene
validez objetiva, no así en el sujeto trascendental.
En el sujeto trascendental que
propone Kant, la unidad trascendental de
apercepción, unifica en un concepto la diversidad de la intuición, pero dicha
unidad es objetiva y subjetiva.
Objetiva en cuanto logra referir
el concepto a un objeto; y subjetiva, pues se refiere a la determinación del
sentido interno que permite la diversidad empírica de la intuición[9].
II.- Concepción del
tiempo en la teoría de la relatividad.
1.- ¿Qué es la relatividad?
La Teoría de la Relatividad es
una teoría física que revolucionó el ámbito científico y que ha dado lugar a
nuevas investigaciones sobre los fenómenos físicos universales.
Esta teoría fue postulada por
Albert Einstein y está dividida en dos partes: Teoría de la relatividad especial, que versa sobre el movimiento en
un sistema donde espacio y tiempo son planos (no absolutos); la segunda parte
es la Teoría de la Relatividad General
que generaliza el movimiento en el sistema espaciotemporal, no plano, sino
curvado por la presencia de la materia[10].
A grandes rasgos, mientras en la
mecánica clásica los conceptos de espacio y tiempo eran independientes entre
ellos y en relación con todo lo externo, continuos y que fluían uniformemente,
en la teoría de la relatividad, dejan de ser conceptos como tales y pasan a ser
la estructura universal llamada tetradimensión.
Pero lo anterior no refiere
precisamente a eso que llamamos “relativo”, esto tiene que ver con el
movimiento. Cuando se habla de “absoluto” en mecánica clásica, decimos que todo
movimiento está referido a un espacio y a un tiempo absolutos, con las
características antes mencionadas. Pero cuando se habla de “relativo” en teoría
de la relatividad, cualquier movimiento está determinado por la posición del
sujeto respecto del objeto, siendo así que el espacio y el tiempo no son
continuos, sino que están variando siempre, y lo que nosotros conocemos como la
medida del espacio y tiempo, no son más que intervalos espaciotemporales[11]
que se están modificando de forma constante.
Otra característica importante
que debemos destacar de esta teoría es el papel de la luz en los marcos de
referencia. Einstein demostró que la velocidad con que viaja la luz es
constante y cualquier movimiento que se acerque a esa velocidad, dará como
resultado que el tiempo fluya más lento, encontrándose nulo cuando dicho
movimiento alcance esa velocidad.
Como ejemplo de lo anterior, se
presupone que la luz emitida desde el
sol que nosotros percibimos a determinada hora del día, fue emitida, lo
que nosotros percibimos de esa luz es el pasado. Esta demostración deja la
puerta abierta para la concepción de un tiempo que no necesariamente debe ser
lineal.
Sin embargo, la física clásica no
es inservible, la física clásica funciona perfectamente bajo las condiciones en
que se ha usado hasta ahora. Tampoco sería correcto decir que la teoría de la relatividad
rompe completamente con la física clásica, al contrario, podemos considerar a
la teoría de la relatividad como un nuevo campo de la física en general y como
una continuación de la física postulada por Newton.
2.- El tiempo en la relatividad
En el apartado anterior
mencionamos que el tiempo, en teoría de la relatividad, es, junto con el
espacio, una tetradimensión. Espacio y tiempo se vuelven indisolubles y no
podemos hablar de uno sin el otro. Así pues, tampoco podemos decir que las
medidas del tiempo y del espacio están separadas, sino que en adelante se
configuran en intervalos espaciotemporales.
Esta nueva concepción del tiempo
y del espacio, en la física relativa, debe entenderse como una propiedad física
relacionada con la materia, no como inherente a la materia.
Si bien con Newton ambos
conceptos contenían a todos los objetos, desde Einstein deben entenderse como
la configuración de los mismos, de hecho podemos decir que por el espacio son y por el tiempo tienen unidad.
Esta unidad es posible si
consideramos el orden del universo como un todo, un todo que tiene su propio
tiempo. A esta suposición se le conoce como tiempo
cósmico[12],
este tiempo cósmico hace posible la unidad del universo (antes mencionada) que
logra producirlo como un sistema físico cohesionado.
Ese tiempo cósmico visto como la
unidad del universo, permite suponer un punto de partida, un cero equiparable
al origen del universo.
Sin embargo, dentro de ésta
unidad, el tiempo cósmico está formado por intervalos espaciotemporales que
tienen como propiedad la homogeneidad. De tal forma que si suponemos a algún
sujeto en cualquier punto del universo en comparación con nosotros, podemos
afirmar que el tiempo para ese sujeto fluye igual en ese punto del espacio y en
el que nos encontramos ahora[13].
La teoría de la relatividad
afirma que cada sujeto tiene su propio tiempo, pero ese tiempo se mantiene en
un promedio constante para cualquier otro sujeto en cualquier punto del
universo, sin perder de vista que dicho tiempo es siempre relativo.
En esta tetradimensión, la
dimensión temporal es dada por el sujeto. Todo marco de referencia en un
sistema está determinado por la presencia del sujeto que mide esos intervalos
espaciotemporales.
Así, cuando mencionamos el tiempo
cósmico, dicho tiempo es una concepción altamente abstracta que está
determinada por el sujeto. El que espacio y tiempo se midan como intervalos
espaciotemporales, solo es posible por la presencia del sujeto que lo mide. Y
si bien, la suposición de la homogeneidad como una propiedad del espacio puede
ser independiente del sujeto, al ser el mismo espacio una tridimensional
indisoluble con la dimensión del tiempo, está determinado también por este.
Incluso en la teoría de la
relatividad, el tiempo debemos suponerlo como esa dimensión que pone el sujeto:
sin sujeto no habría tiempo.
III.- Modificaciones en
la concepción del tiempo.
1.- Diferencias.
La teoría de la relatividad dio
un giro casi completo a la concepción kantiana del tiempo, podemos observar
diferencias muy notables que transforman
y que abren la posibilidad de replantearse al sujeto y la forma de
conocer, pues no pueden ya permanecer iguales.
Sin embargo en ese giro “casi completo” hay aún algunas semejanzas.
Entre estas semejanzas, podemos
encontrar que el sujeto y el tiempo por ahora son inseparables. Mientras en
Kant, al ser el tiempo una condición subjetiva del sujeto imposible de
suprimir, en la teoría de la relatividad, la dimensión que pertenece al tiempo,
es puesta por el sujeto, en cuanto este último es necesariamente parte del
marco de referencia. Si como parte del marco de referencia, ese sujeto es
eliminado, no habría tiempo y por tanto, tampoco existiría un intervalo
espaciotemporal.
Pero, como abundan las diferencias,
nos concentraremos en éstas. Algunas de ellas son:
1. Para
Kant, el tiempo es una intuición, una intuición pura a priori que hace posible a los fenómenos y a toda experiencia. En
teoría de la relatividad, el tiempo se convierte indisoluble con el espacio, en
una tetradimensión que abarca a todo el
universo, incluso cosas que no podemos percibir.
2. Para
Kant, el tiempo puede ser sucesivo o simultaneo como partes de un tiempo único.
En teoría de la relatividad, el tiempo puede ser simultáneo, pero no es
necesario que sea sucesivo: las posiciones temporales de pasado, presente y
futuro borran sus fronteras y no hay una
regla general que valga para determinarlos con precisión.
3. Para
Kant, el tiempo intuye nuestro estado interno. En teoría de la relatividad no
queda muy claro si podemos “medir” nuestro estado interno.
4. Para
Kant, el tiempo no tiene realidad objetiva, esto es, no es inherente a los
objetos como una propiedad de ellos. En teoría de la relatividad, más que ser
inherente a los objetos, tiempo y espacio unidos como tetradimensión,
configuran toda la materia del universo.
Las diferencias mencionadas van a
definir un nuevo horizonte que va a romper con la tesis Kantiana y que
trataremos de exponer más adelante.
1.1.- De la forma de la intuición pura a tetradimensión.
La intuición pura, entendida como
la forma pura de la sensibilidad, vacía de todo contenido y a priori, debe ser condición para que
sean posibles los fenómenos y también, en el otro sentido a priori,
pues dicha intuición se encuentra antes
de toda experiencia. Además, una intuición pura, en la cual el estado interno
del sujeto es intuido.
El tiempo era esa forma de la
intuición que debía presuponerse en todos los seres racionales y por el cual
era posible la experiencia. Esta parte de la tesis Kantiana, que retomaba mucho
del concepto del tiempo de Newton, dio un giro a la forma de interpretación del
mundo, dotó de estabilidad al proceso
cognoscitivo del sujeto y abrió la posibilidad para conocimientos más
elaborados de la realidad.
En esa complejidad del
conocimiento, algunos precursores de Einstein, encontraron que la física
clásica ya no cumplía con los requisitos necesarios para abarcar los nuevos
descubrimientos. Tampoco, en ese lapso de tiempo, hubo alguien en el ámbito científico o filosófico, que
rompiera completamente con la tesis kantiana sobre el tiempo, solo surgieron
pequeñas modificaciones, que no resultaban ser
tan relevantes como para revolucionar dicha concepción.
Pero cuando Einstein descubre la
relatividad del tiempo y del espacio, es cuando el tiempo como intuición pura
deja de ser intuición y pasa a convertirse en una dimensión inseparable de las
tres dimensiones del espacio, para ser nombrada tetradimensión, que explica,
hasta ahora de forma convincente, al universo.
De la misma forma en que, al
descubrir esa nueva concepción del
tiempo, es cuando ya no le pertenece, de
forma necesaria, a ningún sujeto, sino a cada uno de diferente forma aunque
similar en su conjunto, es que nuestra
forma de
conocer, nuestras experiencias, en suma, la percepción de la realidad,
se vuelve hasta cierto punto indeterminada. Pasó de ser concreta a altamente probable.
1.2.- De la receptividad invariable a la receptividad variable.
Con la tesis Kantiana, la
receptividad del sujeto era invariable porque se sujetaba a las dos formas de
la sensibilidad: espacio y tiempo. No había nada que no estuviera en el espacio y que por
tanto, no estuviera en el tiempo. Eso era claro.
De dichas intuiciones, ningún
sujeto podía independizarse. Las intuiciones eran necesarias para la elaboración
del conocimiento y para asegurar nuestra existencia en el mundo.
Pero cuando la receptividad se
torna variable, porque el espacio y el tiempo no son ya intuiciones, sino
dimensiones que contienen la totalidad del universo y que lo configuran, y que además, no establecen un orden temporal “lineal”, sino que, hasta en lo más simple
como es ver la luz del sol, lo que estamos viendo es esa luz como fue en el
pasado, ya no podemos asegurarnos de una sucesión que guarde siempre el mismo
sentido.
Aunque todo esté en el espacio y
en el tiempo, no sabemos si es simultáneo a nuestro tiempo, o si el fenómeno
que percibimos tiene un tiempo distinto al nuestro, o si ese tiempo será
constante o cambiará. Podríamos
decir que esa variabilidad a la que estamos sometidos, es una constante
capacidad de adaptación, que debe ser
válida para cualquier sujeto, y que sin dicha capacidad, no habría forma de
elaborar experiencia alguna.
1.3.- De la unidad de la consciencia a la multiplicidad de la
consciencia.
La unidad de la consciencia es lo
que permite, con la tesis de Kant, la síntesis entre intuiciones y conceptos y,
en suma, lo que permite generar
conocimiento, lo que permite la experiencia como parte de ese conocimiento.
Pero el tiempo ya no es intuición,
desde la postulación de la teoría de la relatividad, se ha vuelto dimensión.
Debemos plantearnos forzosamente dos
preguntas: ¿cómo es posible la
representación del Yo prescindiendo del tiempo como forma de la intuición? y,
éste giro sobre la concepción del tiempo ¿nos permite seguir considerando una
unidad de la consciencia?
Es muy posible que la respuesta a
la última pregunta sea un no. Nuestra percepción de la consciencia no la
podemos considerar ya como constante o como una consciencia estática que
permanece siempre igual, o que el proceso cognoscitivo es siempre igual.
Debemos considerarla como siempre cambiante, y en el caso en que nos
aventuráramos a considerarla como “siempre igual”, sería sólo bajo la condición
de que “siempre igual” es completamente relativo.
Cabe aclarar que multiplicidad de
la consciencia, no se refiere a muchas consciencias en un mismo sujeto, sino a
una consciencia que está siempre modificándose, deviniendo.
Conclusiones
Es innegable la reacción que tuvo
el giro radical sobre el concepto del tiempo desde Kant hasta Einstein, y las consecuencias que la relatividad en
general ha tenido hasta nuestros días.
No es claro aún el cómo debe
considerarse al tiempo, sin embargo es apremiante una nueva construcción de un
sujeto que reúna las características actuales de los descubrimientos científicos en general,
que permita plantearnos una nueva forma de ligarnos como sujetos a la realidad
y que nos ofrezca una nueva forma de plantarnos frente al conocimiento y a la
experiencia en general.
Sn embargo, muchas
características de la filosofía kantiana no han expirado, sino que se les ha
dado un nuevo giro, que no necesariamente debe ser considerado como una ruptura
con dicha filosofía, al contrario, Kant es el punto de partida, el antes y el
después.
Con el presente ensayo se
pretendió exponer el problema de la concepción del tiempo en dos ramas del
conocimiento que están ligadas, desde
siempre, en la historia del hombre, y la implicación de las nuevas teorías
científicas para la filosofía si es que
pretende avanzar por el camino de la ciencia.
BIBLIOGRAFIA BÁSICA
v
KANT, Immanuel Crítica de la razón pura, trad. Pedro Ribas, México, Taurus, 8va
edición, 2012, 692 pp.
v
BERENZON,
Boris y Georgina CALDERON, Diccionario
tiempo espacio, México, UNAM , 2008,
666 pp.
v
HACYHAN, Shahen, Espacio, tiempo y realidad: de la física cuántica a la metafísica
en Ciencias, Instituto de Física UNAM, pp. 15-25
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
v
DELEUZE, Gilles Kant y el tiempo, trad. Equipo editorial cactus, Buenos Aires,
Editorial Cactus, 1era edición 2008, pp. 107
v
Notas
sobre el concepto de espacio absoluto: Newton y Einstein, pp. 15 en www.elementos.buap.mx/num01/pdf/16.pdf
[1]
Como sujetos empíricos
[2] Immanuel
KANT Crítica de la razón pura, trad. Pedro Ribas pp. 66
[3] I. KANT op. cit. pp. 78
[4] I. KANT op. cit. pp. 75
[5]
Las intuiciones deben ser la
referencia de los conceptos del entendimiento para elaborar conocimiento.
[6] I. KANT op. cit. pp. 153
[7] I. KANT op. cit. pp. 155
[8] I. KANT op. cit. pp. 153
[9] I. KANT op. cit. pp. 158
[10]
BERENZON B. y G. CALDERON Diccionario
tiempo espacio pp.321
[11] BERENZON
B. y G. CALDERON Diccionario tiempo espacio pp. 323
[12] BERENZON
B. y G. CALDERON Diccionario tiempo espacio pp. 325
[13]
Shahen HACYAN Espacio, tiempo y realidad:
de la física cuántica a la metafísica pp.19
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