Ella no
volverá,
es lo único
que es seguro
cuando veo
el sol lleno de sangre.
Me lo dice
también
el murmullo
de la noche,
cuando ruge
en medio
de la
oscuridad,
cuando la
oscuridad
está viva y
la devora.
Me lo dicen
mis dedos
cuando toco
la pared,
acariciándola,
y la
persona detrás del espejo,
cada vez
que lo visito.
Y el mundo
que me encuentro
cuando
duermo.
Y el compás
de la música,
y los
colores en el cielo,
me lo has
dicho tu,
tantas
veces;
mi dolor
creció en el infinito
hasta
hacerse un gigante
que habitó
entre las flores del paraíso,
que está
por morir en mares
de arena
que lo esperaron:
largo
tiempo.
Quiero
perderme,
para no
volver al lugar que está
en llamas,
porque una parte
de mi
corazón ya está muerto,
y porque no
quiero
encontrar
la memoria que me falta.
Quiero
creer
y quiero
alcanzar el horizonte,
abrazarlo y
hacerlo mío,
para que no me faltes,
y volverme
ave,
para cruzar
el olvido y mirarte.
¡Ella no
volverá!
mastico esa
verdad,
mientras mi
propia bestia me devora,
mientras
mis llaman me consumen,
y las
estrellas,
me guían a
mi propio suicidio.
Esta
historia se escribió
con lágrimas
y se guardo
en su cabello:
mientras la
leo,
a mi
alrededor no hay nada.
Ella no volverá,
pero me levantare
para ver
caer el nuevo día,
para tener
una esperanza,
para lanzar
mi amor al viento
y hundirlo
en el cielo,
para
desaparecer.
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