jueves, 29 de diciembre de 2011

Ella no volverá


Ella no volverá,
es lo único que  es seguro
cuando veo el sol lleno de sangre.

Me lo dice también
el murmullo de la noche,
cuando ruge en medio
de la oscuridad,
cuando la oscuridad
está viva y la devora.

Me lo dicen mis dedos
cuando toco la pared,
acariciándola,
y la persona detrás del espejo,
cada vez que lo visito.

Y el mundo que me encuentro
cuando duermo.

Y el compás de la música,
y los colores en el cielo,
me lo has dicho tu,
tantas veces;
mi dolor creció en el infinito
hasta hacerse un gigante
que habitó entre las flores del paraíso,
que está por morir en mares
de arena que lo esperaron:
largo tiempo.

Quiero perderme,
para no volver al lugar que está
en llamas, porque una parte
de mi corazón ya está muerto,
y porque no quiero
encontrar la memoria que me falta.

Quiero creer
y quiero alcanzar el horizonte,
abrazarlo y hacerlo mío,
 para que no me faltes,
y volverme ave,
para cruzar el olvido y mirarte.

¡Ella no volverá!
mastico esa verdad,
mientras mi propia bestia me devora,
mientras mis llaman me consumen,
y las estrellas,
me guían a mi propio suicidio.

Esta historia se escribió
 con lágrimas
y se guardo en su cabello:
mientras la leo,
a mi alrededor no hay nada.

Ella no volverá,
pero me levantare
para ver caer el nuevo día,
para tener una esperanza,
para lanzar mi amor al viento
y hundirlo en el cielo,
para desaparecer.

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